jueves, 23 de julio de 2009

Notts County: el equipo más gafe del mundo

Por Rocheteau
El fútbol no es una cuestión de vida o muerte, sino de prozacs y tranxiliums. El arranque de la frase es de Bill Shankly. El final también es made in England. A una casa de apuestas británica se le ocurrió patrocinar un estudio, Football Fever Report, sobre cuáles eran los seguidores más deprimidos de Gran Bretaña. Analizaron 92 clubs y, en lo alto del podio de los desquiciados, quedó un equipo con solera y una horrible camiseta para los partidos fuera de casa jugar fuera (azul y marrón): el Notts County FC.

Jodidos, arruinados, megadescendidos (League Two, equivalente a Cuarta División española), el Notts tiene el egravante de ser el segundo club más antiguo del mundo (1862, ni en eso pudieron ganar), tras el Sheffield FC. Con lo que humilla pasar hambre cuando se ha sido noble...

Los sociólogos se lo tomaron en serio y elaboraron una serie de variables objetivas: descensos, playoffs perdidos, tandas de penaltis cascadas, cambios de propietarios y otras varias. Y no podía ganar otro. El Notts County está en cuarta división, ha tenido 37 entrenadores diferentes desde 1945 y ha cambiado 29 veces de categoría, la última, en 2004, cuando bajaron de nuevo un peldaño. Los chicos terminaron el año pasado en una poco honrosa 19ª posición y rozaron el enésimo descenso.

El Wimbledon FC y el Carlisle United estuvieron a punto de robarle el título de peor club para un aficionado al fútbol. Al final, un criterio se impuso: con un siglo y medio de existencia, el número de depresiones de los tiffosi del Notts ha sido infinitamente superior al del resto.


Bautizó a la Juve

A veces lo intentan. Hace un par de años, arrancaron como un vendaval, ganando sus primeros siete partidos. Ya se hablaba de ascenso. Perdieron los siguientes catorce y se salvaron en el último partido (algunos dirán que por una vez tuvieron suerte). Cosas del Notts.

Por tener, ha tenido hasta su guiño español, con aquel ex entrenador del Ath. Bilbao de infinitos mofletes rojos, Howard Kendall, y un lateral que cubre perfectamente el pasillo... de la enfermería del Espanyol, Steve Finnan.

Los supersticiosos de base creen que es el mal fario del traje de casa (no el feo, el otro), a rayas verticales blancas y negras, exactamente igual que el del otro patito feo de las islas: el Newcastle (con el que aparte de zamarra ha compartido hasta entrenador, Sam Allardyce).

A mí la tesis no me convence. No son las rayas. El Notts es un club maldito. Y punto. Y si teníais dudas, os las quitará esta anécdota: en 1903, un tipo de Notthingham y magpie hasta la médula, hizo llegar a la Juventus un juego de camisetas de su equipo del alma y así decidió sus colores históricos la Vecchia Signora, el club con más potra del mundo.

¿Será el mote?

Los supersticiosos avanzados también le echan la culpa del anatema al Newcastle, por el mote que ambos comparten: magpies (urracas) pájaro de mal agüero donde los haya. No hay variables objetivas sobre la cuestión, pero siglo y medio jodido todos los domingos por la tarde dan para una barbaridad de hipótesis.

Los resignados y deprimidos seguidores del Notts están excitados últimamente. Les ha comprado un consorcio suizo, Munto, financiado a su vez por un grupo de Dubai: el Al Thani Investment Group. Ya, el tema suena fatal.

El caso es que el millonario con chilaba de turno, en este caso Abdulá Bin Saeed Al Thani, ha comprado el Notts y nombrado a Sven Goran Eriksson --ex entrenador al frente de la Lazio, ex monigote público al frente de Inglaterra, y ex pegote desahuciado al frente de México-- como director deportivo.

Eriksson se puso la bufanda y prometió devolver la gloria perdida al equipo, volver a la Premier, romper el complejo de Sísifo... Y no estaba subido a un cajón en el Speaker's corner. Al menos, no todavía.

En las farmacias de Nottingham se va a acabar el Prozac...

jueves, 16 de julio de 2009

La dignidad de El Salvador

Por Miguel Bujalance
Bajo la sombra de la Guerra Fría, los combates desangraban El Salvador desde 1979. La opinión pública sólo conocía este pequeño país centroaméricano por el conflicto entre el Gobierno derechista y la oposición filocomunista, pero los salvadoreños tenían un motivo de orgullo entre tantas muertes -especialmente sentida fue la del arzobispo Óscar Romero, asesinado durante la misa el 24 de marzo de 1980-: su selección de fútbol. Aquel equipo, que entrenaba con el ruido de los morteros como banda sonora, se había clasificado para la Copa del Mundo que se iba a celebrar en España.

El Salvador llegaba al hotel Tiro de Pich (Torrevieja) con un equipo muy joven liderado por Mágico González. El país que sufría los escuadrones de la muerte había quedado encuadrado, precisamente, en el grupo de la muerte, con Hungría, Bélgica (subcampeona de Europa) y Argentina (vigente campeona mundial). Empezaba la epopeya de unos jugadores que querían jugar al fútbol, ayudar a su pueblo y salvar la vida. Ésta es la crónica de su paso por España.

Elche. 15 de junio de 1982. Hungría 10-El Salvador 1

La mayor goleada de la Historia de los mundiales. Ramírez anotó el único gol salvadoreño en el campeonato. Cuenta la leyenda que los centrocampistas preguntaban frecuentemente a su portero "¿Cuántos van?" como si no estuvieran en el campo. Al finalizar el partido, los jugadores no quisieron cambiar las camisetas con sus verdugos magiares, según Joaquín Ventura, "por remordimiento". No obstante, esta dura derrota vislumbró momentos para la esperanza.
Al llegar al hotel de concentración, los camareros retaron a aquella selección desmoralizada a jugar un partido para resarcirse. Los jugadores pidieron permiso al entrenador y saltaron al campo. El resultado no importa. Además, dos días después jugarían un partido contra el equipo de la localidad y vencerían por 4 a 1.
Valga recordar que la historia en contadas ocasiones concede revanchas a los más débiles. Veinticinco años más tarde, Hungría visitó El Salvador y jugó un partido de homenaje a los mundialistas que concluyó con empate a dos. El honor estaba a salvo.

Elche. 18 de junio de 1982. El Salvador 0-Bélgica 1.

Los diablos rojos vivían su época dorada. Tan sólo la Alemania de Schuster les había impedido reinar en Europa. Su entrenador, Guy This, era un cretino y tenía ese humor soso de los belgas. En la rueda de prensa anterior al partido calificó a su rival como "la vergüenza del Mundial". Las crónicas dicen que el encuentro fue muy igualado y que El Salvador mereció mejor suerte. El preparador flamenco reconocería después que el 10 a 1 de la jornada anterior había sido un "accidente del fútbol".

Rico Pérez de Alicante. 23 de junio de 1982. Argentina 2-El Salvador 0

Argentina había empezado el Mundial de forma discreta, aunque nadie esperaba el desenlace posterior. Era la campeona y en sus filas estaba un joven Diego Armando Maradona listo para comerse el mundo. El partido fue muy duro y, según recoge el periódico salvadoreño El Diario de Hoy, el jugador Jaime Chelona Rodríguez recordaba que el argentino Américo Tolo Gallegos le gritaba constantemente: "Guerrilleros muertos de hambre". Los jugadores cuscatlecos no se dejaron amedrentar y tarareaban: "Dos barquitos de Inglaterra llegaron a ganarles a ustedes". Cada país con su guerra.

Al poco tiempo, Mágico González llegaría a España para conquistarla con su arte. Un homenaje a este equipo que demostró al mundo que su coraje desafiaría a las estadísticas del futuro.

P.D.: Durante años, mi hermano y yo guardamos los álbumes de cromos de varios mundiales. Por edad, él hizo los de España 82 y México 86, mientras que yo coleccionaría los dos siguientes. Recuerdo de aquel primer álbum el cromo de un Maradona aniñado, las barbas de Sócrates y del portero húngaro y los rostros de indios guerreros salvadoreños. En una mudanza, mi madre tiró esas joyas a la basura.

A veces se lo recuerdo.

jueves, 9 de julio de 2009

Los peloteros de la Stasi

Por John Wyatt
La frase «lo que sucede en el campo se queda en el campo», sacrosanta declaración que excluye el rectángulo verde de las maledicencias, los golpes bajos y las intrigas, ha sido profanada. Ahora resulta que también se espía a los futbolistas. Lo dicho sobre el césped, o en la sólo aparente intimidad del vestuario, le ha costado a más de uno persecuciones, escuchas, interrogatorios, detenciones y algún que otro suicidio. Gica Popescu acaba de revelar que él fue uno de esos agentes secretos que, aprovechando la camaradería y los lazos invisibles que se forman entre compañeros, violaban la ley no escrita: «Lo que sucede en el campo se queda en el campo».

Cuando El Emperador jugaba en el fútbol rumano espiaba a sus colegas. Y todas sus disidencias iban a parar a los oscuros antros de la Securitate, el servicio secreto de la Rumanía soviética. No era el único. Igual que Elvis se ofreció al FBI de Edgar Hoover para investigar a otras estrellas del rock mucho más a su izquierda, bastantes peloteros de la Alemania del Este vendieron su alma al diablo, o a la Stasi, que es lo mismo.

La Stasi (Ministerio para la Seguridad del Estado) era la principal organización de policía secreta e inteligencia de la RDA. Amamantada con las técnicas de la extinta Gestapo y de la KGB soviética, sus agentes vigilaron durante años la vida de los alemanes más allá del Telón de acero. La Stasi contaba con 91.000 empleados y 300.000 informantes. Esto significa que uno de cada 50 alemanes orientales colaboraba con la Stasi, uno de los niveles de penetración más altos en una sociedad por parte de una organización, un dato que ridiculiza incluso al Gran Hermano de Orwell y a su Policía del pensamiento.

Los campos de fútbol no eran una excepción: «Debemos seguir con mucha atención el comportamiento de nuestros deportistas para saber quién está con nosotros, quién es de los nuestros, quién nos apoya. A tiempo debe producirse la señal correspondiente cuando resulte inminente la indicación de que alguien va a ser enrolado por el enemigo». Estas palabras, pronunciadas el 15 de noviembre de 1979 ante la directiva del SV Dynamo Dresden, eran nada menos que de Erich Mielke, jefe máximo de la Stasi y, por añadidura, presidente de la escuadra berlinesa.

Nadie conoce a nadie
En su investigación, el historiador alemán Hans Leske, recuerda que a Mielke le parecía insuficiente una observación superficial de los equipos: «La Stasi colocó a sus trabajadores informales en el interior de las plantillas. Durante los años 80, por ejemplo, más de la mitad de los jugadores del SG Dynamo eran espías, incluyendo al entrenador, al doctor del equipo y al fisioterapeuta. Todos ellos se observaban entre ellos sin que ninguno supiera que el otro también era un espía que lo observaba a él».

¿Qué buscaban? Evitar que los jugadores, muchos de los cuales gozaban del privilegio de viajar al exterior a disputar encuentros internacionales, se fugaran de las concentraciones y de la RDA.
Hay casos célebres de peloteros encarcelados por una delación de los espías. Matthias Müller, Peter Kotte y Gerd Weber pasaron un tiempo entre rejas por intentar pasarse al Oeste. Los tres fueron detenidos en el aeropuerto de Berlín-Schönefeld el 23 de enero de 1981, antes de viajar a Argentina. Su equipo iba a realizar ahí entrenamientos y a participar en un torneo. Los tres jugadores habían recibido ofertas por parte del Colonia y la Stasi se enteró gracias a sus informadores. Fueron condenados a dos años de prisión y nunca más pudieron jugar de nuevo en la Oberliga.

jueves, 2 de julio de 2009

La bomba del paralelo 38



Por Miguel Bujalance

Cuando Corea del Norte ha amarrado su clasificación para Sudáfrica y su potencial mediático parece exclusivamente dedicado a imágenes de misiles, desfiles con un arsenal de cartón piedra y detenciones periodísticas, es un buen momento para recordar. Si su vecino hermano al sur del paralelo 38 es la referencia futbolística del continente asiático, el país más ignoto del mundo presume con razón de ser la sorpresa más épica de la historia de los Mundiales.

Su papel en Inglaterra'66 fue sencillamente extraordinario. Eran años de radios, de televisión elitista y emotivos desconocimientos. No había parabólicas ni maldinis. Por aquel entonces ningún periodista occidental era capaz de recitar un sólo nombre de la alineación de Corea del Norte. Ahora aquella selección acabaría haciendo un anuncio para Coca-Cola. ¡Bendita incultura futbolística que permitía descubrir a los aficionados magos de nombres impronunciables que llegaban, veían y jugaban!

Semanas antes del campeonato, los hijos del Gran Líder Kim Il Sung quedarían estupefactos por el cálido recibimiento capitalista de Middlesbrough. Venían de un país devastado por la guerra y amputado de esperanzas y territorios con una deriva estalinista que todavía hoy continúa. Su asombro era grande, al igual que su misión: había que defender al comunismo en la patria que vio a Karl Marx idear revoluciones mientras paseaba por el Museo Británico.

En lugar de narrar aquel milagro del colectivismo que supuso su victoria sobre Italia, es mejor ver el magnífico documental británico The game of their lives (2002, ver vídeo arriba) dedicado a la odisea norcoreana en la Copa del Mundo. La derrota azzurra por un 1-0 fue un drama nacional y los aficionados recibieron a su selección a tomatazos en el aeropuerto de Génova. Así se las gastan los italianos.

El milagro estuvo a punto de repetirse y el destino pudo plantar a la selección Chollima en semifinales, pero Eusebio lo evitó. Portugal remontaría los tres goles norcoreanos con una actuación portentosa del delantero del Benfica.

Jugadores como Pak Do Ik, Rim Jung Song o Pak Sung Jin tocaron la gloria para luego ser embutidos por el agujero negro de la historia del país hermético. Inglaterra ganó aquel Mundial gracias al buen hacer de Bobby Charlton y a las ayudas arbitrales, pero, sin duda, el marxista fútbol norcoreano impresionó a Occidente tanto como la toma del Palacio de Invierno.